Con dos cojones
A rehabilitación viene una señora de unos 50 años, lleva pantalones, esta cana, pelo corto,…, es decir, parece un hombre, es una machorra. Pues bien, esta señora me recuerda mucho a “Gelita”, una vecina del barrio. Esta señora estaba casada con “El Maqui”, esta señora tenia 2 hijos (uno de ellos vive en Londres y es asistente de vuelo y la otra hija es enfermera). Uno de mis recuerdos de infancia es ver a Gelita, a mi tía Mari, a mi abuela y a otra señora que no recuerdo jugar a la brisca. Gelita trabajo siempre en una fabrica, rodeada de hombres, mujeres y maquinas, fumaba Ducados, juraba y decía tacos, a pesar de que ella decía que nunca blasfemaba puesto que su expresión favorita era: “Me cagüen Crista”. Pero esta señora, tan curtida por la dura vida de una fábrica textil en los 70, era muy agradable, no se casaba con nadie, a todo el mundo ponía en su sitio, pero solo si realmente lo merecías. Gelita murió de un cáncer, ella aguanto mucho, sufrió mucho y lo llevo con entereza. Me acuerdo que antes de morir todavía venia a mí casa, al bar, a tomar algo y hablar con mi madre. Pero lo que nunca olvidare de ella es que antes de morir llamo a mi madre y la dijo: “Nene, me estoy muriendo” Mi madre y ella se llevaban muy bien, pero lo que nunca olvidare será esa fortaleza, ese coger el teléfono y con entereza llamar a un amiga y decir eso, sin pedir compasión, sin llorar, con fuerza, con decisión, como fue toda su vida. Gelita era una mujer con dos cojones.